CRISIS

Mira uno las cifras macroeconómicas, que, en España, viene a ser igual que mirar las cifras de parados y camina entre la reflexión agitada y el directo espanto. 9.500 desempleados en su entorno más inmediato, el de El Puerto de Santa María, donde quienes se acercan a las modernas dependencias del SAE (antiguo INEM) comprueban, al borde del silencio milenario de los pinos, que los nombres cambian, pero los problemas persisten, que las competencias se traspasan, pero no se notan ni se mueven, 150.000 en una provincia que parece castigada por una maldición bíblica, cerca de tres millones y medio en un país en el que, hasta hace poco, sus máximos responsables políticos, haciendo gala de desfachatez, o de ignorancia, elucubraban sobre el pleno empleo, algo que no han conseguido aún naciones mucho más poderosas que la nuestra y debatían en torno a nuestra inclusión en el G-8, ese club privilegiado que quizá libere de esclavismos como buscar una foto con Al Gore.
El paro forma parte de nuestra herencia genética, de nuestro ADN social, como un elemento vertebrador y definitorio y de escaso consuelo sirve a quienes no les salen los números que nuestros bancos, esos dioses civiles, se hayan mostrado más hercúleos que los del entorno (algo debe andar verdaderamente mal cuando hasta algunas entidades crediticias quiebran, contraviniendo atávicas leyes naturales por las que dichas instituciones siempre acaban ganando dinero, beneficiadas de una suerte de ley inercial).
Los ciudadanos asisten atónitos a una situación de la que nadie parece sentirse culpable, sometidos a unos “ciclos” que los economistas siempre preveían pero que no advierten hasta que acontecen finalmente y, al cabo, terminan por no saber en quién confiar, si en el puro azar, en el esfuerzo de cada uno, en el enchufe privilegiado de turno, en esa indeterminada aglomeración que late bajo el epígrafe “sociedad civil” o en el presidente Obama, el nuevo mandatario de Estados Unidos, esa nación que se siente como tal donde los de izquierdas son de derechas.
Francisco Lambea
Diario de Cádiz
5 de Febrero de 2.008

Comentarios

Entradas populares